viernes, 31 de marzo de 2017

El cambio climático y las aves migratorias


MILLONES de aves efectúan un viaje de los llamados cuarteles de invierno, en el sur, en África, donde continúan por contar con de un tiempo más benigno en la estación más fría del año a otras zonas donde se reproducen. Ahora, en Euskadi, ya están entre nosotros las golondrinas, la abubilla, el colirrojo tizón, el vencejo, el pardillo común, etc.. Y más adentrada la primavera van a llegar otras aves, entre ellas, el abejaruco, tan bonito por sus colores, al que tanto le agrada la miel, mas que no es ningún inconveniente para nuestras abejas y colmenas, cuyos contrincantes primordiales son el cambio climático, los plaguicidas y la avispa asiática. Una salvedad a esta regla la marca la cigüeña, especie en la que, desde los años ochenta, si se ha observado un adelanto de un mes en su llegada. Ya no llega el día tres de febrero, San Blas, sino más bien en el mes de enero, o bien aun diciembre. Además de esto, desde mediados de los años ochenta se advierte un número cada vez mayor de cigüeñas que pasan todo el invierno en zonas de la Península Ibérica, entre ellas en el País Vasco, y donde hallan una fuente continua y también inacabable de comestible en ciertos de nuestros vertederos.

Las cosas cambian, y de forma rápida. Los científicos están comprobando alteraciones sensibles en la fenología -la ciencia que estudia la relación entre los ciclos biológicos de los seres vivos y los factores climáticos- de muchas especies migratorias. Tras esas perturbaciones se halla el cambio climático -el incremento de la temperatura en el año dos mil dieciseis ha sido de 1,20º C con respecto a la existente en los tiempos preindustriales (mil ochocientos ochenta)-, particularmente sensible en la Península Ibérica. Es un fenómeno de extensa influencia, puesto que afecta a la distribución y la fenología de las especies, y condiciona, además, la composición y la extensión de los hábitats y el funcionamiento de los ecosistemas.

El cambio climático supone uno de los mayores desafíos medioambientales a los que se encara la vegetación y la fauna debido a la velocidad y magnitud con el que se está generando a escala planetaria. Y las aves son el conjunto animal sobre el que se dispone de un mayor número de evidencias a nivel científico sobre su impacto. De los estudios efectuados en los últimos tiempos, se ha constatado que las datas en que llegan las aves migratorias a la Península Ibérica a nivel general, y en Euskadi a nivel particular, han variado a lo largo del último siglo, siendo dichas alteraciones atribuibles en buena medida al tiempo, si bien asimismo hay otros factores. Un caso, son las golondrinas que cada primavera retornan ya antes de África -en medio siglo se ha adelantado un par de semanas-, que debe ver con el aumento global de la temperatura. Patrones afines se dan para otras especies, como el vencejo o bien la abubilla.

Si la tendencia climática se sostiene y en dos mil cien se alcanza un aumento de 2,5º C, se calcula que en Europa se va a perder entre un ocho con cinco por ciento y un sesenta por ciento de sus aves reproductoras; diecinueve especies se extinguirán y otras diez van a ver reducida su área de distribución a menos de un diez por ciento de su superficie actual. Es preciso amontonar todavía más información, mas el adelanto apreciado en las datas de llegada de las aves migratorias es extendido, y su extensión en el tiempo va a depender en buena medida de su capacidad de adaptación.

Un pilar esencial para la conservación de la biodiversidad es promover la educación y concienciación ambiental en la sociedad. En este sentido, las aves, y en un caso así las migratorias, son un claro ejemplo para dar a conocer los impactos del cambio climático en los seres vivos. Las aves, por lo tanto, son un vehículo genial para mentalizar a la ciudadanía sobre inconvenientes medioambientales. Dada su simplicidad, solo hace falta observar de qué manera discurre el ciclo de los animales y plantas que nos rodean. Estos estudios referidos a las aves y la biodiversidad normalmente se pueden implantar de manera fácil puesto que cualquier ciudadano y ciudadana pueden transformarse potencialmente en un observador y, por lo tanto, en una valiosa fuente de datos fenológicos. Este hecho da un valor esencial a los convocados estudios, al hacer participante al ciudadano.

El resultado es que la transferencia de conocimiento a la sociedad es considerablemente más eficiente. Si la ciudadanía conoce de primera mano los impactos del cambio climático, va a ser considerablemente más simple promover y también implantar medidas para su mitigación. Todas y cada una de las estrategias nacionales de lucha contra el cambio climático en países europeos como R. Unido, Alemania, Holanda, Suiza, etc., salvo la de España -si bien sí marchan en distintas comunidades autónomas, entre ellas Euskadi-, disponen de esas redes con miles y miles de voluntarios que pueden ser una pieza esencial para la adaptación al cambio climático.

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